jueves, 22 de septiembre de 2011

Thoughts and Bubbles


Antes me gustaba reflexionar en la bañera, entre los vapores del agua y las burbujas de jabón.
Ahora, como ya no tengo bañera, me toca pensar de pie, lo cual es muchísimo más cansado y corres el riesgo de pegarte un resbalón si te concentras demasiado y olvidas mantener los puntos de apoyo en su sitio.
Debe ser por eso que cada vez pienso menos. No sé, igual un día me llevo una silla a la ducha.

martes, 13 de septiembre de 2011

Supongo que habrá excepciones que confirmen la regla como en todas partes. Pero luego que no se quejen cuando se hacen chistes sobre su agobiante jornada laboral o sobre cuántas veces desayunan al día.
Porque es verdad, que según el tipo de funcionario (o funcionaria) al que nos estemos refiriendo, todas esas "generalizaciones" se podrán o no tener en cuenta. Por ejemplo, una enfermera o un barrendero tienen una verdadera jornada laboral, que en ocasiones puede ser muy dura.
Pero... ¿Qué me decís de ésos que se pasan la mañana detrás de la pantalla de un ordenador? Si es que tienes suerte y les pillas en su mesa y no haciendo el cuarto desayuno, claro. 
Todavía me acuerdo de la "pobre" bibliotecaria de mi instituto. ¡Qué vida se pegaba la cabrona de la Conchita! Oye, era aquello un no parar. Un no parar de moverse en una súper silla de ruedas y bien mullidita, hasta que encontraba la mejor postura para dormirse sobre el escritorio, al amparo del monitor del ordenador y con la puerta de la biblioteca cerrada con llave (¡qué inocente! No sabía que tenía una grieta y la espiábamos por ahí). ¡Qué descaro, señor! Eso sí, no se te ocurriese nunca ir a por un libro, porque la señora en ese momento estaba haciendo la compra en el supermercado de al lado, o bien, tomándose el quinto café con las "currantas" de secretaría. Ya lo decía yo: de mayor quiero ser Conchita, nada de artista ni mariconadas (sin ofender).
En fin, que me desvío del tema, la cuestión es: con tanta gente dispuesta a trabajar como hay ahora, ¿qué coño hace esa gente jugando toda la mañana al buscaminas? ¿Por qué nadie les vigila y así, siguen rascándose lo que tenga cada uno en sus partes bajas hasta la jubilación? ¿Por qué hay diez personas en sus mesas y sólo trabajan tres? ¿Qué son? ¿Los tontos? ¿O es que lo echan a suertes y cada día trabajan unos pocos para no estresarse más de la cuenta?

Qué ganas tengo de irme de aquí y poder decir a la gente que siga en este intento de país: "pues los funcionarios de __________ son de lo más eficiente y ¡hasta amables!"

jueves, 8 de septiembre de 2011

Fate

Si creyera en el destino pensaría que se ha puesto en nuestra contra para no dejar siquiera que nos conozcamos. Pensaría también que mi sino no es precisamente como me hubiera gustado, porque a veces te parece ver tu futuro reflejado en el de otra persona y te dices "antes muerta que acabar así mis días". Pensaría tantas cosas...


Menos mal que a mí el destino ni me va ni me viene, ni me creo que esté escrito. Ya me encargaré personalmente de escribir las páginas de mi propio libro.