miércoles, 29 de junio de 2011

Situations VI

That moment when you know you have to choose: HEADS or TAILS. Which actually means "all or nothing". You can get what you were looking for and be a little happier (or much happier, in fact), or you may be condemned and lose everything you've fighted for. Such a big deal, isn't it? Which one would you choose?
I think there's only one possible answer: you flip the coin. Heads, you win; tails, try again. You can try as many times as needed, of course.

domingo, 26 de junio de 2011

Always

Había olvidado lo poco que me gustan las despedidas, porque ese "ya nos veremos" suena a "esto es un adiós definitivo". Que en realidad no tiene por qué ser así y, probablemente, no lo sea.  Pero ahora que llegan estas fechas, igual que todos los años, no puedo evitar pensar que cuando alguien se va, puede que lo haga para siempre. Y puede que ni siquiera os lleguéis a despedir porque no tengáis la oportunidad.


Qué entrada tan deprimente, estaréis pensando. Y de hecho, lo es. Pero tengo dos días "chof" oficiales al año. Uno fue ayer y me apetecía hacer una mención. Porque en el fondo hay cosas que nunca se olvidan y siempre están contigo... Aunque hayan pasado ya nueve años.



martes, 21 de junio de 2011

Situaciones V

Ese momento en el que sabes que tienes que aguantarte la risa pero al mismo tiempo una manada de carcajadas rebeldes luchan por salir de tu boca. Y mientras intentas amortiguar el sonido con las manos o apoyando la cabeza en los apuntes, piensas que igual sería mejor salir de la biblioteca antes de que mueras por asfixia a causa de la risa que te ha dado al ver a tu nuevo compañero de mesa. Y ya volver al día siguiente. Si eso.

viernes, 17 de junio de 2011

Doble o nada

Hoy he descubierto que poseo ciertas habilidades ocultas que pueden resultar la mar de útiles: capacidad de persuasión, manipulación y chantaje.
Sí, ya sé que dicho así suena un poco mal y que, aparentemente, debería formar parte de alguna mafia (de la rusa, por mi aspecto). Pero tampoco es para tanto.
De momento, he comprobado que soy capaz de chantajear y amenazar a un "pobre" hombre a punto de jubilarse. Pero por una causa justa, ¿eh? Que eso no lo hago para ni a cualquiera. Sólo lo hago por alguien que se lo merezca (yo misma u otra persona), y sólo se lo hago a gente que odio/aborrezco (así que los demás podéis estar tranquilos).


El momento en el que le miras, desafiante, y dices:
- Lo aceptaré sólo si cumple mis exigencias: doble o nada.
Y con una mirada temerosa te responde "que vale, que no quiere líos".


El sabor de la victoria al ver que lo has dado la vuelta a todo de tal modo que lo tienes ganado es... indescriptible.


Espero no aficionarme a esto. Que como hobby está bien pero no quiero que se me vaya de las manos. Y esa risa maquiavélica que me acompañaba por el pasillo empieza a darme un poco de miedo. Pero bueno, en este caso el fin sí justifica los medios.

miércoles, 15 de junio de 2011

No sé si será producto de los golpes que me he dado en la cabeza a lo largo de mi vida o si sólo es por el bote de ketchup caducado que me niego a tirar hasta que se acabe. Quizá una mezcla de las dos cosas. El caso es que viene siendo como una tradición tener un sueño cada noche en el que soy otra persona (o cosa o lo que sea): desde una diosa griega, pasando por un dibujo animado, hasta Hermione Granger. Es curioso la de cosas que se pueden hacer siendo alguien que no soy yo. Porque a mí lo de tener varita me puede, es inevitable. 
Siempre al despertarme me llevo una desilusión, pero al rato se me olvida. Porque en realidad I don't I can be anything other than me.

domingo, 12 de junio de 2011

Apocalipsis

Recorrí la habitación con la mirada hasta que mis ojos se encontraron con un hacha oxidado con mango verde. Genial. Eso serviría. Aunque era más pesado de lo que parecía y mis flacuchos brazos necesitarían practicar un poco antes de poder asestar un golpe certero.
Me aflojé el cinturón de cuero marrón para poder sujetar con él el hacha y así poder llevarlo conmigo. Hay que estar preparada, me dije.
Seguí inspeccionando el apartamento, quizá hubiese algo de comida o algo que pudiera serme útil. En la cocina encontré un par de latas de melocotones en almíbar. Será un apocalipsis dulce, pensé. Guardé las latas en la mochila donde había ido almacenando lo que había encontrado en los apartamentos abandonados que había registrado durante los últimos días.
Miré el reloj y vi que aún era pronto así que decidí practicar mis "hachazos" sobre una puerta de madera. Los primeros intentos fueron como hechos por un niño pequeño, aunque después de un rato empecé a cogerle el tranquillo. ¡Vamos a partir las cabezas de esos malditos zombies!
Debía irme a buscar un sitio donde dormir antes de que anocheciera. Pero antes iba a encargarme de que nadie utilizara nada de lo que quedaba allí. Sí, soy así de egoísta. Así que reuní todos los objetos inflamables que encontré y los fui apilando y esparciendo por donde me pareció que causaría más daños. Después una simple cerilla encendida y el trabajo estaba terminado.
Me alejé sigilosamente. No quería estropear todo en el último momento y los zombies estarían al caer. El último pensamiento que cruzó mi mente antes de perder de vista las llamas fue que quizá, con un poco de suerte, incluso alguno terminara asado a la parrilla.

jueves, 9 de junio de 2011

Situations IV

He was decided, "I'll do it tomorrow" he thought.
He had been planning every detail for a long time. For too long, actually. And he knew it.
He knew that the more he waited, the worse the consequences would be. But he was a coward git, and he knew it too.
It wasn't the first time he had to do it, but he had never learnt to manage those situations and he felt stupid sometimes because of that. What on Earth was wrong with him? It wasn't supposed to be so difficult. 
He was freaking scared, but he was going to do it anyway. Because he wanted to demonstrate that the silly statement "nothing lasts forever" was not true (it couldn't be, could it?).

All-or-nothing.

miércoles, 8 de junio de 2011

Relatos y otros cuentos III

--Tranquilo, Mudito.––dijo la misma voz de antes.–– Es mejor que te relajes, no vas a poder irte muy lejos.––se carcajeó.–– Ahora ya puedes hacerte una idea de qué les hacemos a los traidores, aunque aún no lo has visto todo.––advirtió con una sonrisa irónica.
Segundos después Keith sintió cómo le era inyectado algún líquido. Ahora sólo tenía la opción de esperar y ver qué devastadores y crueles efectos tendría sobre él. Aun así no pudo evitar volver a intentar levantarse, mientras sus ojos desorbitados buscaban una salida.
--¡Deja de hacer eso, estúpido! ¿No pensarías que iba a matarte tan pronto, verdad? Era suero––dijo la voz al notar su nerviosismo.–– La sorpresa vendrá dentro de un rato.––se giró para marcharse.
Keith oyó sus pasos dirigiéndose hacia la puerta, pero de repente se detuvo.
--Mientras tanto puedes sentarte y ponerte cómodo. No estás atado, ¿sabes?––y se marchó sin poder evitar que las carcajadas se escaparan por su boca.

“¿¡No estoy atado!? ¿¡Cómo que no estoy atado!? ” se alarmó Keith. “Entonces… entonces lo han conseguido… después de tantos años… no puedo creerlo… no conmigo, ¡no con mi fórmula!…” sus pensamientos cada vez carecían más de coherencia. Un agradable sopor hizo que su último pensamiento antes de dormirse fuese algo sobre ese supuesto suero. [...]

lunes, 6 de junio de 2011

Relatos y otros cuentos II

Lo siguiente que vio al abrir los ojos fue un techo blanco del que soltaban destellos unos fluorescentes. Intentó moverse, pero su cuerpo estaba sujeto de alguna manera a lo que parecía una cama de hospital. Quiso hablar, pero al abrir la boca comprendió que su garganta no conseguiría emitir sonido alguno. Pensó que era probable que se hubiese quedado sordo, “no me sorprendería” se dijo a sí mismo. Sin embargo, en ese mismo instante, pudo comprobar que estaba equivocado.
--Vaya, vaya. El bello durmiente por fin ha despertado.––Keith intentó hablar de nuevo al reconocer la voz.–– No, amigo, no te molestes. No puedo decirte cuánto tiempo durarán los efectos, ya sabes como funciona esto. ––añadió entre risas mientras cerraba la puerta.


“¿Qué me han hecho esos locos?” se preguntaba silenciosamente, mientras intentaba levantarse de allí con todas sus fuerzas. Pero no consiguió moverse ni un ápice, ni si quiera pudo levantar la cabeza de la almohada. La angustia iba creciendo en su pecho hasta llegar a inundarlo. Quería gritar, saltar de esa cama y correr muy lejos de allí, pero en el fondo ya sabía que, una vez que se hubiera dejado cazar, no volvería a ser libre. [...]






domingo, 5 de junio de 2011

Relatos y otros cuentos I

Keith se detuvo en seco. No podía dar ni un paso más. Sentía unos fuertes pinchazos en el costado y tenía la sensación de que los músculos de sus piernas iban a desgarrarse de un momento a otro.
Ni si quiera se molestó en intentar esconderse entre las sombras. “¿Qué más da?” pensó, “Ya está todo perdido, no hay más que hacer.” Y ahí, en mitad de una angosta carretera del polígono industrial, se dejó caer, y hecho un ovillo esperó lo peor.
Pero lo peor no parecía llegar. No oía el ruido del motor que le venía persiguiendo desde hacía días, quizá semanas o incluso meses. Tampoco resonaban los pasos que le seguían allí donde iba, ni sentía esa punzante mirada clavándose en su nuca, escudriñando en su interior para averiguar cuál sería su próximo movimiento.
Sólo sentía una extraña tranquilidad, como la calma antes de la tormenta. Algo que no presagiaba nada bueno, de hecho, sabía que iba a ser terrible.
Y así, tirado en el suelo temblando como un animalillo asustado, Keith siguió esperando. “¿Qué pasa? ¿Por qué no vienen a por mí?” se preguntaba. Los minutos pasaban lenta y silenciosamente.
--¡¡No puedo soportarlo más!! ¿A qué estáis esperando, cabrones?––voceó Keith a los cuatro vientos.–– ¡Sois unos malditos cobardes! ¡Lo contaré to…!––
No había terminado de pronunciar la última palabra cuando sintió una sensación punzante en el cuello. [...]

sábado, 4 de junio de 2011

Terrores nocturnos

La estancia estaba sumida en la penumbra y en una quietud propia de la madrugada. El sitio me resultaba familiar. Muy familiar, de hecho. Tan familiar como que al intentar moverme me di cuenta de que estaba en mi cama. Genial, todavía me quedan un par de horas para levantarme, pensé. Y, sin más, iba a darme la vuelta cuando noté algo raro entre las sábanas. Pensando que era una arruga de la manta fui a estirarla. Pero mi mano se detuvo en seco, algo se había movido. Estiré el brazo y cogí el móvil para iluminarme con él. Levanté la sábana y vi una, no, dos o... ¿de dónde salían? ¡CUCARACHAS EN MI CAMA! Subiéndose por mi piernas, en el pelo...

Por fin me desperté bañada en sudor e inmediatamente empecé a inspeccionar la cama. El edredón estaba tirado en suelo y las sábanas como si las hubiera tratado de arrancar de cuajo. Odiaba esa pesadilla, a ver quién era la guapa que se volvía a dormir otra vez. 
Aunque a los cinco minutos: Zzzzzzzzzzzz...

jueves, 2 de junio de 2011

What's the weather like?

No me gusta el frío. Ni ese aire que se te mete por debajo de la camiseta y te congela hasta la médula. Ni los días grises que te deprimen sólo con ver el cielo plomizo por la ventana. Ventana que, por cierto, no cierra bien y hace que mi habitación parezca un frigorífico. 


Me gusta el calor aunque luego me queje de que hace demasiado. Me gusta poder salir sin abrigo ni chaqueta de casa. Me gustan los días soleados que hacen que te apetezca salir de casa para tumbarte en la hierba de cualquier parque y pasarte una tarde entera imaginando formas en las cuatro nubes que pasan. Me gusta que haya una tormenta cuando hace mucho calor y ponerme en mitad de la calle bajo la lluvia. Me gusta tomar una cerveza fría en una terraza debajo de una sombrilla. Me gusta que haga calor porque significa que las vacaciones están cerca si es que no han llegado ya.


Verano, te estoy esperando y dile al invierno que no tenga prisa por volver. 

miércoles, 1 de junio de 2011

Situaciones III

Ese momento en el que sabes que tienes que decir algo y abres la boca pero las palabras nunca llegan a salir. Vuelves a ensayar tu discurso mentalmente, pero es otro intento fallido porque en el fondo sabes que no serás capaz de hacerlo. Y, mientras te recriminas mentalmente por el grado de idiotez supremo que estás demostrando, es muy probable que estés participando en una conversación trivial sobre todo y sobre nada. Sobre nada de lo que tú querías hablar, caro está. Así puedes seguir unos minutos, hablando de cualquier tontería y pensando a la vez. Y cuando te decidas a decir lo que tienes en mente, lo más probable es que ya estés solo y ni siquiera te hayas dado cuenta porque estabas sumido en tu conversación interna.
Luego te arrepientes, como siempre. Tenía que habérselo dicho, piensas. E intentas consolarte pensando que quizá no era el mejor momento, aunque sabes que ni tú te lo crees.
Todo se ve de otra manera looking back in fucking retrospect.