domingo, 12 de febrero de 2012

What do you see when you close your eyes?

Una humeante taza de café en la mesa, un sofá con una manta y una tarde entera por delante. No espera visitas. No quiere tenerlas.
Deja caer la cabeza sobre uno de los brazos del sofá mientras se tapa con la manta. Hmmm... It's fucking soft piensa mientras se hace una bola tratando de calentarse un poco. Da un sorbo al café, que todavía quema, y cierra los ojos en un vano intento de relajación.
Fragmentos de la última conversación mezclados con pensamientos varios atraviesan su mente –... Don't forget to give her a call tomorrow... Oh, gosh, I had to buy... Damn!... I'm sure he meant it but what if I'm wrong? I better get things straight... Wake me up, before you go-go... I can't get this song out of my head... Yep, falling asleep is just as easy as closing the eyes...– 
Se incorpora para terminarse el café, congelado ya, de un trago. Mira la hora en el móvil. Se estira hasta que todas sus vértebras crujen y recupera la postura "bola". Vuelve a cerrar los ojos y sólo espera ver oscuridad. Pero éso sólo sucede durante unos instantes –... That night was fucking amazing, I haven't laughed so much since... I miss the old times... But I'm glad some things never change... When will I fall asleep!? Stop thinking, you fool!!!...–
Se levanta porque se cansa de la frustración que le produce el no poder conciliar el sueño, pero es que cada vez que cierra los ojos miles de imágenes aparecen. A veces desearía ser como un robot y poder desconectarse sin más. No ver nada es algo que le resulta imposible.
¿Y al resto de seres humanos? ¿Y a ti? What do you see when you close your eyes?

lunes, 6 de febrero de 2012

So damn crazy

Vivo en un manicomio.

No es que me haya dado cuenta ahora, claro. Pero con el paso de los años, la locura de mis compañeros de piso se agrava de manera alarmante. Puede que la mía también y que por algo me tengan aquí encerrada, claro.
Pero, lógicamente, yo soy la más cuerda en esta casa o eso me parece a mí, claro. Creo que los loqueros pasan de venir a ver cómo va la cosa, nos han dado por perdidos, claro.


Mis compañeros de piso son, cuanto menos, peculiares. 
Una tiene un trastorno obsesivo-compulsivo-maníaco-agresivo, y todo empezó porque se ponía nerviosa si no fregaba corriendo nada más comer y si no pasaba el aspirador a las ocho de la mañana. A la pobre se la encontraron un día lavándose los dientes con lejía blanqueadora, porque así quedan más limpios...
Lo peor es que todos lo demás, que también están como cencerros, se llevan fatal con la loca ésta. Así que todos los días alguien acaba discutiendo porque la cortina del baño tiene una arruga donde no debería tenerla o  porque se ha partido un cacho de pan de más. El día que alguien aparezca estrangulado con un calcetín sucio no me sorprenderé en absoluto.
Otro de mis compañeros es más bien un mueble. Un mueble que come y abulta mogollón. Y que cada vez que abre la boca es para decir algo sin sentido ni razón. Tiene una extraña obsesión con las series de la Sexta, que suele llevar a discusiones porque hay un par de obsesas de la retardada de la Esteban. Estos dos bandos andan siempre en conflicto y sólo se unen contra la primera y más notoria loca.


Y nada, yo estoy por ahí, intentando que no me atropellen con el aspirador, que no me echen lejía en el vaso e intentando no enzarzarme en una lucha infernal por el mando de la tele, mientras trazo un plan de fuga mentalmente. No sé cómo llegué aquí, simplemente un día abrí los ojos y ¡sorpresa! A veces tengo flashes de una vida pasada mejor. O, bueno, quizá es que puedo ver el futuro aunque esos señores de las batas blancas me miren con caras raras y decidan meterme una temporada entre paredes acolchadas cada vez que lo menciono.