Pensando, claro.
Diecisiete días dedicados a la meditación. Retiro espiritual en mitad del caos. Caos interno con apariencia de indiferencia. Madres que gritan porque no pisas por casa. Gente que
Y, claro, además estoy preocupadísima por si no me da tiempo a llegar al concierto de Andy y
¡Qué ganas de pegarle un tiro al mundo (y al alcalde)!
Y qué ganas de coger un avión y, aterrorizada, desaparecer de una vez.
Y entonces... veremos.