viernes, 20 de septiembre de 2013

Hay días como hoy en los que echo mucho de menos mis papelas, filtros y tabaco de liar y en los que me tienta sobremanera el salir a beber. Aunque no haré ni una cosa ni la otra.

Denegada.
Así está mi solicitud para poder seguir estudiando. Parece que no tengo los méritos suficientes y yo me pregunto a qué llaman ellos "méritos". 
Mi media de expediente no es ni mucha ni poca, suficiente para poder optar a beca general para másteres en este país de pandereta (que para los que no lo sepáis, la nota mínima es de 7). 
Además de eso, tengo varios años de experiencia como profesora particular con niños de todas las edades e incluso con adultos de otras nacionalidades, pero claro como no hay contrato, pues a ellos no les sirve, supongo. 
Claro, en mi expediente no aparece por ningún lado el haber estado de Erasmus y parece que eso siempre va a ser un lastre. No tienen nunca en cuenta que hay quien no se lo puede permitir, por ejemplo, porque si tienes clase mañana y tarde (y te hacen firmar porque la asistencia es obligatoria) es imposible encontrar ningún trabajo que no sea dar horas sueltas de clases de inglés a niños o poner copas un fin de semana, para que después de trabajar 6 horas, te paguen 30€. Y si no tienes otro apoyo económico, el maravilloso año de erasmus te lo puedes meter por donde te quepa, que no lo tendrás nunca. Pero tampoco les importará una mierda, que, a pesar de todo, haya pasado casi un año en un país anglófono relacionándome casi exclusivamente con angloparlantes (¿cuántos estudiantes se van de erasmus y sólo se juntan con españoles? Pues eso) y siendo voluntaria en un colegio, todo esto en cuanto acabé la carrera. Pero ¿a quién le importa? ¿Que tienes una carta de recomendación de un profesor inglés? Pues te la comes. Con patatas.

Luego he pensado que quizá de las solicitudes que han mandado, mucha gente tendrá más méritos que yo. Y luego me he acordado de todos esos antiguos compañeros de clase que han aprobado la carrera copiando con el móvil o el famoso pinganillo. Gente que se ha dedicado toda la carrera a robar matrículas de honor y que después se dedicará, si no lo hace ya, a quitar los puestos de trabajo a gente verdaderamente cualificada, que quizá tengan un 6'5 de media, pero que saben lo que hacen. Pienso también, que según ponía en los criterios de selección, los de mi especialidad siempre tienen preferencia ante los de otra rama, que pueden acceder si cumplen ciertos requisitos y, siempre y cuando, sobren plazas. Y teniendo en cuenta que siempre hemos sido una carrera minoritaria, no hasta el extremo, pero siempre siendo pocos, me pregunto cuánta gente del estilo de mis ex-compañeros habrá "tenido más méritos" y cuántos habrá de otra especialidad pero que sean hijos de Fulanita. Pero como avisan por e-mail y no saldrá ninguna lista que comprobar, nunca lo sabremos.

La conclusión de hoy, niños, es que nunca os hagáis ilusiones con nada en la vida. NUNCA. Así, si por la más remota casualidad, algo os sale bien, será una alegría y si no, no os llevaréis una decepción tras otra hasta que deseéis que se muera Flanders.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Bloody lier

Dice un pequeño meapilas que las mentiras hacen llorar al niño Jesús. Pues bien, si eso es así, el tal Jesús este tiene que estar ya más seco que la mojama.

Existen diferentes tipos de mentiras:
Las mentiras a medias o medias verdades, o como dice la gente "no miento, sólo oculto la verdad".
Las mentiras piadosas (esas no sé si hacen llorar al niño o no), que son las que la gente utiliza cuando dicen que no quieren hacer daño a otros... ocultándoles la verdad o tergivensándola.
Las mentiras que causan un bucle de mentiras que hacen que te pillen si no eres un mentiroso cualificado.
Y yo englobaría el resto en mentiras generales que se puede utilizar según la ocasión. Por ejemplo, las mentiras para escaquearte de un acto social. Y aquí es donde quería yo llegar.
Un día te dicen que se va a quedar en tal sitio y que van a ir menganito y fulanita, y a ti, que te apetece menos ir que tener que limpiarte el culo con hojas de cactus, se te ocurre una fantástica y sencilla mentira que pasa a ser tu mejor excusa para no acudir a dicho evento. Bien, esto lo hace todo el mundo y no pasa nada. El problema viene cuando se empieza a mentir por sistema:
- Oye que vamos a ir a...
-Uuuuy pues es que no me encuentro bien.

O...
- ¿Te parece si cenamos esta noche con Fulanita?
- Vaya, ya he quedado. Pero pasadlo bien.

Y cuando ya has encadenado varias de éstas, te das cuenta de lo triste y patética que es la situación. ¡Con lo bonito que sería mandar a la mierda a todo el mundo abiertamente! Como los gatos, si no les gusta alguien le bufan y/o pasan de su culo. Tan bonito que todos deberíamos hacerlo y dejar de ser unos jodidos mentirosos. Pero ¡ay! El complicado ser humano...