domingo, 19 de enero de 2014

¡Manos arriba, esto es un atraco!

Hace mucho tiempo que vengo diciendo a todo aquel con el que, por un motivo u otro, he hablado de política, que cualquier día a un parado de larga duración con familia a la que mantener, o a un jubilado con una pensión raquítica de la que comen sus hijos y nietos, o un trabajador hasta las pelotas de ser explotado por un sueldo de mierda... Vamos, que el día menos pensado un ciudadano cualquiera de Españistán, va a estar tan hasta las pelotas de todo que se le va a ir la olla (o no hará falta) y lo mismo mete un petardazo al Congreso, por ejemplo. Y con suerte alguien habrá ido a "trabajar", y no me refiero a bedeles y personal de limpieza, que espero realmente que no estén allí.

Hay quien dirá que igual ésto es apología del terrorismo. Yo creo que es más bien una advertencia. Es que realmente creo que puede pasar un día de estos. Y no porque vaya a hacerlo yo en persona, porque desde el exilio me pilla un poco lejos, pero que creo que la gente está muy cansada e igual que hay suicidios (de los que casi nadie habla en los medio de comunicación) de gente que se ve sin salida en esta crisis, puede suceder que alguien reaccione de otra manera. Y no hay más que ver los recientes acontecimientos de Gamonal, donde la protesta pacífica que llevaban a cabo desde hacía tiempo no había servido de nada, hasta que le han echado pelotas y ovarios y han mandado el pacifismo a freír espárragos (hasta cierto punto, quiero decir que tampoco se han convertido en terroristas ni mucho menos aunque la "señora alcaldesa" de Madrid no parece tener muy claro el concepto).

Todo mi enfado de hoy, porque yo siempre estoy enfadada,viene a que por ciertos motivos ha llegado a mi conocimiento algo que me ha sacado de mis casillas.
Y sí, sé que llego a toro pasado, pero muchas veces hasta que no te pasa a ti o a un conocido, hay cosas de las que no te enteras. Principalmente porque se dice, se desmiente y se rectifica tanta información que uno no sabe ya qué creer.
Hablo de la sanidad española. Y no me meto en la enorme falta de personal (y no será por falta de médicos y enfermeros titulados), no me meto en las eternas listas de espera, no me meto en las privatizaciones, no me meto en las presiones y premios a los médicos para que no hagan pruebas a los pacientes, no me meto ya en el tema de los parados que se van al extranjero y demás, hablo de la gente que se queda y que tiene que hacer uso de ese que era un fantástico sistema sanitario público y universal (y gratuito, que para eso se pagan impuestos que no paran de subir). 
Por circunstancias de la vida, me he enterado de que si te llevan en ambulancia al hospital ahora (hace tiempo, lo sé) has de pagar cierto dinero, según tu renta. ¡Qué gracia! Y digo yo, que la mayoría de las veces, durante el trayecto en la ambulancia, al enfermo o herido se le aplican cuidados médicos, ¿no? ¿O es que hasta que no cruza su camilla las puertas del hospital le dejan desangrase o morirse de dolor? Y digo yo, que si te están prestando asistencia sanitaria, no deberían cobrarte por mucho que se empeñen ahora en convertir el DERECHO a la Sanidad en un privilegio de ricos. Porque si es por pagarles la gasolina te coges un taxi y lo mismo hasta te sale más barato y se lleva el dinero el taxista, porque no creo que el conductor de la ambulancia se lleve un plus por la carrera.
Y a este paso, a parte de la automedicación y el trapicheo de medicamentos que seguro que ya existe (no lo he comprobado, pero fijo que es así), veo que aprendemos a curarnos con tutoriales de youtube.
Luego está lo de pagar también por las prótesis, pero no os preocupéis, que a Juancar ya se las pagamos entre todos (bueno, yo no que ya no cotizo allí). Y esto ya es otro cantar donde hoy no me quiero meter. 

La cuestión es: ¿Hasta dónde vamos a llegar? Basta ya de hacer negocio con la salud de los ciudadanos.

Los vecinos de Gamonal son un ejemplo a seguir. Está claro que las protestas pacíficas lo único que provocan es risa a toda la panda de polituchos, banqueros y empresarios de "renombre" a los que la casos de corrupción les llegan al cuello y la palabra dimisión les produce sarpullidos.

Sólo espero que no se quede en otro 15M fallido.


lunes, 6 de enero de 2014

Routine

La rutina es una arma de doble filo.

Siempre me ha gustado seguir algún tipo de patrón rutinario en el día a día, como un ritual que ha de cumplirse para que todo salga a pedir de Milhouse. Como mantener una costumbre de quedar cierto día a la misma hora, en el mismo sitio -o quedar en el corte- y con la misma gente, e ir a tomar el mismo café o la misma cerveza. Y, si se empieza a hacer pesado, pues se modifica un poco y se adopta la nueva versión. Me gustaban esas rutinas. Algunas todavía me gustan. Otras cayeron a lo más profundo del Abismo de Helm para no volver nunca más.

Peeeeero, abusar de la rutina es una muy mala idea. Y hacer algo diferente o nuevo de manera espontánea (ir a ver El Hobbit 2 no, si se os ocurre como plan diferente, volved a vuestra rutina de mierda. Será mejor) de vez en cuando es necesario para no acabar hasta el mismísimo. Con excusas como "es que no sé", "es que nunca he ido", etc., no se va a ninguna parte y lo único que demuestran es falta de interés o que se tiene horchata en las venas. 

Y ninguna de esas dos cosas es buena en absoluto.