miércoles, 14 de noviembre de 2012

Divagando por mis pensamientos, me he acordado de los típicos ricachones de "Españoles por el mundo" y de cómo decían siempre que cuando te conviertes en un emigrante empiezas a ver a tu país de origen con otros ojos y lo añoras, y se compraban banderas de España y bailaban flamenco diciendo olé, olé aunque no supieran diferenciarlo de una jota aragonesa. Muy bien.

Yo es que siempre he sido un poco rara. O por lo menos no creo que me invitaran a salir en el programa (si algún día soy millonaria y salgo en algún capítulo, podéis recordarme este post). 
A un día de hacer dos meses en el exilio, lo último que se me ocurriría es comprarme una bandera de... de allí. Añorarlo... pues no, realmente no. Se echa de menos a gente que se cuenta con los dedos de una mano y, si estuvieran por aquí, ya podían darle por el culo al sitio del que vine. Y lo de verlo con otros ojos, claramente: 
pensando que menos mal que ya estoy fuera.




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