Todavía recuerdo cuando las Navidades eran realmente felices. Cuando las vacaciones de Navidad eran casi mejores que las de verano. Cuando poníamos el Belén un domingo por la tarde y después poníamos en el árbol las bolas, que eran todas diferentes y no pegaban ni con cola. Cuando mi hermano se dedicaba a mover todos los animales del Belén día sí y día también, e iba acercando a los camellos con los Reyes hacia el portal, pero como no había mucho espacio, siempre llegaban antes de tiempo.Cuando nos juntábamos 20 personas para comer o cenar, y a mí me mandaban a la mesa de los niños porque no cabíamos todos en la misma habitación. Cuando casi no podía dormir de la emoción y luego me levantaba a las 7 de la mañana para abrir los regalos. Cuando, jugando con mis primos, tirábamos petardos y bombas fétidas y mi abuelo se enfadaba, pero luego se le pasaba y nos daba 500 pesetas de propina...
Ahora, que queda una semana, me pregunto dónde se ha quedado todo éso y por qué ya no puedo fingir que me gusta la Navidad.
Aun así, Merry-fucking-Christmas a todos. Porque supongo que hay gente que no pierde la esperanza de que los buenos tiempos resurjan.
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