miércoles, 8 de junio de 2011

Relatos y otros cuentos III

--Tranquilo, Mudito.––dijo la misma voz de antes.–– Es mejor que te relajes, no vas a poder irte muy lejos.––se carcajeó.–– Ahora ya puedes hacerte una idea de qué les hacemos a los traidores, aunque aún no lo has visto todo.––advirtió con una sonrisa irónica.
Segundos después Keith sintió cómo le era inyectado algún líquido. Ahora sólo tenía la opción de esperar y ver qué devastadores y crueles efectos tendría sobre él. Aun así no pudo evitar volver a intentar levantarse, mientras sus ojos desorbitados buscaban una salida.
--¡Deja de hacer eso, estúpido! ¿No pensarías que iba a matarte tan pronto, verdad? Era suero––dijo la voz al notar su nerviosismo.–– La sorpresa vendrá dentro de un rato.––se giró para marcharse.
Keith oyó sus pasos dirigiéndose hacia la puerta, pero de repente se detuvo.
--Mientras tanto puedes sentarte y ponerte cómodo. No estás atado, ¿sabes?––y se marchó sin poder evitar que las carcajadas se escaparan por su boca.

“¿¡No estoy atado!? ¿¡Cómo que no estoy atado!? ” se alarmó Keith. “Entonces… entonces lo han conseguido… después de tantos años… no puedo creerlo… no conmigo, ¡no con mi fórmula!…” sus pensamientos cada vez carecían más de coherencia. Un agradable sopor hizo que su último pensamiento antes de dormirse fuese algo sobre ese supuesto suero. [...]

No hay comentarios:

Publicar un comentario