miércoles, 6 de julio de 2011

- He cometido una estupidez–fue lo primero que escuchó al descolgar el teléfono. ¿Otra?, pensó.
- ¿Qué ha pasado esta vez?
- ¿Te acuerdas de Derek? Aquel chico guapísimo que conocimos la última vez que viniste a verme. Ya sabes, aquella noche que salimos sin rumbo por la noche neoyorkina y todo se nos fue de las manos...
- ¡Oh, claro que sí! ¿Estabais saliendo, no?
- Tú lo has dicho, estábamos. Le he dejado.
- ¿Qué? ¿Pero por qué?
- Pues... Porque me empezaba a gustar demasiado. Perdía demasiadas horas pensando en él.
- Enhorabuena. Esta estupidez supera todas las anteriores de este año. Te haré llegar un pin que lo corrobore por correo.
- Bueno, ya vale, señorita sarcasmo. Sólo quería contártelo. Ahora que le he dejado vuelvo a estar tan sola aquí...–al otro lado del teléfono su amiga se aclaraba la garganta–Yaaaa, ya sé que es mi culpa. Es sólo que no creo estar preparada para algo más serio.
- ¿Y cuándo vas a estarlo? Llevas diciendo lo mismo desde que te conozco y te recuerdo que son bastantes años.
- No lo sé. No sé si lo estaré algún día. Pero no te preocupes, que si llega el momento serás la primera en enterarte.
- ¡Gracias! ¡Qué privilegio! Bueno, cambiando de tema, ¿vendrás este puente a verme? Me aburro...
- ¡Hace cuatro meses que no nos vemos! ¿Cómo no voy a ir?
- Genial–aun si verse se adivinaba su sonrisa al otro lado de la línea–Nos vemos el viernes.
- Bye, sweetie!

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