lunes, 19 de octubre de 2020

Que perviva su lucha en nuestra memoria

La historia de nuestro país tiene tantas perspectivas como personas han formado parte de ella. Sin embargo, la historia que nos cuentan, esa que aprendemos por obligación, con más o menos gusto, siempre suele darnos los mismos datos, los mismos nombres, las mismas batallas y las mismas historias. 

La historia de los exiliados de la guerra civil española es invisible; su lucha, olvidada; sus nombres, desconocidos. Los que recibieron algún reconocimiento, lo recibieron de otros gobiernos y cuando nuestro gobierno decide rendirles homenaje, mal y tarde, lo hace en la más absoluta discreción. Pocos son los nombres que nos vienen a la memoria al pensar en los republicanos exiliados exceptuando grandes figuras políticas de la época y algunos artistas. Si nos preguntaran cuántos españoles se exiliaron durante y tras la Guerra Civil muchos no sabrían poner una cifra. ¿Y La Retirada? ¿Os suena?

Se denomina La Retirada (en francés lo llaman así, con los términos españoles) a la éxodo masiva de españoles a través de los Pirineos a principios de 1939, especialmente a partir de febrero, una vez que las tropas franquistas tomaron Barcelona. Alrededor de 500.000 españoles se vieron forzados a abandonar sus hogares y exiliarse, algunos para siempre. Estos se suman, lógicamente, a todos los que habían huido con anterioridad y a los que lo hicieron después. 

Vivir en Toulouse me ha abierto los ojos ante una realidad forzosamente olvidada. Olvido y perdón, dicen. La ciudad rosa, por la que miles de españoles caminaron con una mano delante y otra detrás, ilegalmente, sufriendo, añorando su tierra y una libertad arrancada de cuajo; la misma ciudad por la que hoy muchos españoles caminamos, habiendo venido buscando también una vida mejor, pero por motivos muy diferente e infinitamente menos traumáticos. Una visita guiada descubierta casi por azar al llegar a esta ciudad marcó el inicio de mi casi obsesión con este tema. Elisa, maravillosa guía, nos hizo seguir los pasos de aquellos españoles: sus lugares de reunión, su organización, las dificultades de su día a día, su valentía y su constante lucha antifascista. Nombres como Neus Català y Conchita Ramos se presentaron ante mí, y seguramente ante mis compañeros de visita, por primera vez.

El primer sentimiento que me evocó el descubrimiento de esta parte desconocida de nuestro pasado reciente fue la vergüenza. Vergüenza de mi propia ignorancia. Al igual que me sucedió cuando empecé a aprender sobre las Sinsombrero y otras muchas grandes mujeres borradas de la historia. Vergüenza de contribuir al olvido por falta de conocimiento. Una vez superada la vergüenza, el ansia de saber me ha llevado a buscar en las bibliotecas y, por suerte, en Toulouse, y en general en el sur de Francia, no se han olvidado de los republicanos españoles. Los fondos de la Biblioteca del Instituto Cervantes y de la Bibliothèque de Toulouse permiten descubrir muchas de las historias que no nos han contado. Estos textos es donde vemos rápidamente que se repiten los nombres de ciertos enclaves: Argelès-sur-mer, Saint-Cyprien, Rivesaltes... 

La insistencia con la que aparecen estos nombres no es casualidad. Ellos nos conducen a lo que sucedía realmente cuando los exiliados conseguían cruzar los Pirineos, hechos que  incluso el gobierno francés ha tratado de eliminar y blanquear: los campos de concentración en territorio galo. No hay que imaginarlos con cámaras de gas ni laboratorios de los horrores, pues no eran campos de exterminio, aunque muchos de los internos sí fueron deportados a estos campos al llegar la 2ª Guerra Mundial.

Argelès-sur-mer, un pueblo costero bañado por las aguas del Mediterráneo a poco más de 20 km de Perpiñán, es hoy en día un destino turístico de veraneo, con casas en primera línea de una playa interminable y locales de fiesta en el paseo marítimo. El panorama que recibió a los republicano exiliados en 1939 era radicalmente diferente. La playa, que no era ni en sus dimensiones como en la actualidad, se convirtió en el nuevo hogar (temporal, hasta obtener algún permiso de trabajo o ser reclamado por algún familiar) de más de 160.000 personas, en su mayoría españoles aunque más adelante se les unirían judíos, miembros de las Brigadas Internacionales y otros "indeseables" de la época. Si visitamos Argelès-sur-mer no encontraremos ningún vestigio de la presencia de este campo en la playa, a excepción de un discreto memorial en el paseo marítimo en un tramo alejado de la zona comercial. Por suerte, en el centro de Argelès-sur-mer, en el pueblo de verdad y no su extensión turística, está el Mémorial du Camp d’Argelès, un centro de la memoria impulsado por la asociación FFREEE (Fils et Filles de Républicains Espagnols et Enfants de l'Exode, Hijos e Hijas de Republicanos Españoles y Niños del Exilio), organizado de una manera muy visual, que cuenta con una exposición permanente y una temporal. En la exposición permanente se pueden ver fotografías del campo mientras estaba en funcionamiento, objetos creados por los internos, testimonios y otra información que nos trasporta con dureza al final de la Guerra Civil española. Resulta difícil salir de este museo y volver a la playa a darse un baño sin sentir cargo de conciencia, sin imaginar a todas aquellas personas pasando frío, hambre y miedo.
 
A unos pocos kilómetros de allí encontramos el pueblo, también costero, de Colliure, conocido por ser el lugar donde se encuentra la tumba de Antonio Machado. Aquí también hubo un campo y visitando el castillo en lo alto de esta localidad tenemos acceso a una exposición permanente sobre los españoles exiliados. Es una visita tan interesante como sobrecogedora. Los hechos que se relatan son desconocidos para la mayoría de los visitantes y la información recogida pone los pelos de punta. En este castillo las autoridades francesas retuvieron y torturaron a 348 hombres, combatientes republicanos y brigadistas internacionales. Los detuvieron ilegalmente, sin motivo alguno, sacándolos de sus respectivos campos de concentración y los encerraron en la fortificación, obligándolos a realizar trabajos inútiles y humillantes y racionándoles la comida hasta casi matarlos de hambre. Esto sucedía en secreto, a espaldas de la población general, y cuando se hizo público fue un escándalo. El abogado y miembro del Partido Comunista francés, Pierre Brandon lideró la campaña de liberación de estos hombres dando a conocer horribles detalles que podemos leer en esta exposición.

En esta zona de Francia exisitieron muchos campos por su cercanía a la frontera, pero podemos seguir los pasos de los exiliados de campo en campo en otras zonas del país. Por ejemplo, cerca de Montauban está un pueblecito llamado Septfonds. Una localidad de 2.000 habitantes hoy en día y poco más de 1.000 en 1939. En Septfonds se creó el Campo de Judas (Camp de Judes)


Para finalizar. os dejo el documental Memorias de la Retirada (podéis cambiar el idioma si no domináis el francés), que está disponible en la videoteca del CNRS (Centre National de la Recherche Scientifique).

Hubo muchos otros campos, estos son sólo una pequeña muestra, los que he podido visitar hasta la fecha. Quien tenga la ocasión de visitar cualquiera de ellos, que no lo dude. La visita  le encogerá el corazón para siempre, pero así, aunque arrugadito, llevará prendida siempre la llama de los que se fueron. No silenciemos tanto sufrimiento. Que no se nos olviden. Que perviva su lucha en nuestra memoria.

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