sábado, 4 de junio de 2011

Terrores nocturnos

La estancia estaba sumida en la penumbra y en una quietud propia de la madrugada. El sitio me resultaba familiar. Muy familiar, de hecho. Tan familiar como que al intentar moverme me di cuenta de que estaba en mi cama. Genial, todavía me quedan un par de horas para levantarme, pensé. Y, sin más, iba a darme la vuelta cuando noté algo raro entre las sábanas. Pensando que era una arruga de la manta fui a estirarla. Pero mi mano se detuvo en seco, algo se había movido. Estiré el brazo y cogí el móvil para iluminarme con él. Levanté la sábana y vi una, no, dos o... ¿de dónde salían? ¡CUCARACHAS EN MI CAMA! Subiéndose por mi piernas, en el pelo...

Por fin me desperté bañada en sudor e inmediatamente empecé a inspeccionar la cama. El edredón estaba tirado en suelo y las sábanas como si las hubiera tratado de arrancar de cuajo. Odiaba esa pesadilla, a ver quién era la guapa que se volvía a dormir otra vez. 
Aunque a los cinco minutos: Zzzzzzzzzzzz...

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