XIX
gordo del pie izquierdo y
una sombra se entrevé,
translúcida,
paseándose por mis retinas.
Maquetando las esquinas,
lúcida
de repente, sé
que sólo yo lo veo y
que si no cedo
y no me enredo,
como de costumbre y
como ya debería saber
la música
es la mejor medicina
para sufrir la rutina,
mustia,
hasta que vuelva a poner
los pies sobre Pucela y
viaje atrás en el tiempo.
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